Familias en dificultad

“En seguida los jóvenes
me enseñaron la importancia
de acoger también a sus familias
involucrándolos en el camino
de renacimiento del hijo.
Siempre les pedí y les pido
verdaderamente mucho: ¡la conversión!”

Madre Elvira

UNA CRUZ QUE SE HACE OPORTUNIDAD DE CONVERSIÓN

Llevar la Cruz de un hijo perdido en una vida equivocada a menudo genera mucho sufrimiento, pero por la Gracia de la Misericordia del Señor para muchos padres es la posibilidad y la ocasión de la conversión, de un cambio sincero, de una reflexión profunda sobre el verdadero sentido de la vida. Escuchando las sufridas historias de muchos jóvenes, Madre Elvira se dio cuenta que el malestar que explota exteriormente en la juventud, en realidad comienza interiormente mucho antes de la droga y el alcohol.
Muchos jóvenes ven con claridad que el origen de su sufrimiento está en la infancia: en la relación filial herida se abrió una “grieta”, se generó un “germen” de desconfianza hacia el padre y la madre, hacia el don de la propia vida. Se abrió un vacio de soledad llenado después con rabia, con rencor aplastado, escondido, tapados pero nunca sanados. Esa herida interior sangrante fue la puerta por donde el mal entró e hirió la vida misma. De a certeza de este sufrimiento familiar nació, desde los primeros años de historia de la Comunidad, el camino para las familias: los Grupos para Padres, que hoy están diseminados por todo el mundo.
También las familias de los jóvenes que entran en la Comunidad son recibidas en el “seno” de vida de la Comunidad, y son involucradas en un camino de conversión paralelo al de los hijos.

EL CAMINO DE LOS PADRES

Dondequiera que Dios hizo nacer la presencia de la Comunidad en un nuevo país, como fruto y consecuencia necesaria se generó el camino de los padres que se desenvuelve en los coloquios, los encuentros semanales de oración y de ayuda recíproca en los Grupos de Padres presentes en cada país; los encuentros mensuales con la Comunidad llamados Familias que Renacen (en Italia); las jornadas de retiro; las peregrinaciones…
La Comunidad involucra a la familia, la apoya en los momentos de sufrimiento, de cruz, de dolor, de esfuerzo, de desesperación, la sostiene pero no la sustituye. La relación entre padres e hijos, donde todavía está presente, debe sanarse, curarse y liberarse. La relación familiar permanece fundamental y continúa condicionando, para bien o para mal, el camino de los hijos.
Por esto la Comunidad dedica tiempo y energía a las familias, para que la historia de los hijos sea totalmente “abrazada” en el bien: de un lado la mano de la Comunidad y del otro, la de la familia que reencontró la esperanza.
El estilo de vida propuesto a los jóvenes en el camino comunitario es el mismo que se les indica a las familias en los grupos, de manera que padres e hijos van por el mismo camino que permite un encuentro nuevo y más auténtico.
Madre Elvira a menudo dice esta expresión:” ¡Padres convertidos, hijos salvados!”.
¡Cuántas veces los jóvenes reciben fuerza al ver el cambio de sus familias! No se sienten más abandonados, “descargados”, sino amados y seguidos y esto les da mucho valor. De la misma manera ¡cuántas veces los padres reciben fuerza de la transformación que ven en el corazón de sus hijos y en su comportamiento!
Luego de haber sido en el pasado uno causa del sufrimiento para el otro, hoy, en el presente, el cambio de uno se transforma en bendición y fuerza de conversión para el otro.